Fuente: Columna Escudriñando en Investigación.
Publicada en el Diario Hoy de Vargas. En fecha del
06 de junio de 2012. p. 12
Autor: Dr. Feliberto Martins
Pestana, PhD. (USB)
Dentro de la sociedad, el individuo
es un sujeto actuante. Nunca es un actor mecánico, tiene cierto nivel de
independencia. Por eso, solo los individuos pueden conocer. El conocimiento no
es una parte más de su vida. Es su vida misma. Nos desarrollamos conociendo y
posiblemente moriremos conociendo. Para mí, el individup es principalmente lo que piensa y conoce. Si no tiene el conocimiento, no puede
defenderse en la vida, el saber es su mejor arma.
Al manejar el conocimiento
podemos cambiar y conocer para dar. Esta acción de conocer no es una actividad
que se pueda llevar a cabo en la intimidad, bien de otros individuos, bien de
los instrumentos culturalmente producidos que suministran los elementos
mediadores. En sí, es un dinamismo intencional del individuo que, como parte de
una sociedad utiliza y crea periferias en el esfuerzo colaborativo de entender
mejor su entorno para innovarlo y transformarlo.
Los individuos son la única
especie animal que ejecuta un traspaso sistemático e intencional de los
saberes. El aislar el trabajo de lo manual y lo intelectual es una interdicción
para el pleno desarrollo humano, para la acción significativa y verdadera del
conocimiento. El saber no es ecuánime ni separable de la práctica. Por eso
muchos científicos, señalan que el conocimiento no debe ser juez ni parte. No sólo
es un ajeno al interés de los individuos, sino que el tipo de saber está
extremadamente atado al interés al que sirve.
El saber es una edificación
compleja que ciñe la interacción de los individuos. La generación del
conocimiento no es un monumento extraño a la sociedad, se despliega dentro de
ella a partir de sus intereses.
Por eso, el saber es la capacidad
de actuar, procesas y descifrar información para generar más conocimiento,
puede ser interpretado y entendido por los individuos e incluso por máquinas. Muchos
científicos e investigadores precisan dos formas de conocimiento, como una
representación mental del contexto y como la información que se puede ceder de
un ente a otro por vías no genéticas.
Dado que el conocimiento
constituye un aspecto tan esencial para la vida de los individuos, es natural
que estos dediquen gran parte de su actividad a adquirir nuevos saberes. Se han
visto abocados a asimilar la forma en cómo se piensa, en cómo se adquiere el
conocimiento, en la manera de razonar y cómo el individuo se adapta social y
culturalmente. Esto implica, que el individuo obligatoriamente debe acercarse
al otro y es allí donde se forjan aquellos procesos socioculturales, que son
los que dan sentido a la cotidianidad, hacen al individuo uno con el otro y proporcionan
el canje.
Por eso, considero que el
conocimiento debe ser entendido como el saber consciente y fundamentado que el
individuo es capaz de comunicar y discutir. El proceso de conocimiento debe ser
concebido como una relación compleja entre dos elementos, el individuo
conocedor, y el objeto o parte que se desea conocer. El conocimiento es siempre
conocimiento para alguien, pasado por alguien, en la conciencia de alguien. Por
eso no hay conocimiento sin individuo, pero también el conocimiento es siempre
conocimiento de algo, de alguna cosa o un fenómeno de la misma conciencia, en
todo caso aquello que es conocido se le denomina objeto del conocimiento.
El saber es por tanto obra de la
expresión del individuo. Así mismo esta locución es una labor esencial para él
y acrecienta su desarrollo integral. Siempre digo que nacemos para el
conocimiento.
Finalizo estas líneas con una
frase del gran Aristóteles, quien sustenta en una de sus tantas locuciones que “La
grandeza del ser humano está en su capacidad de conocer, en su afán de saber”.
Agradecimiento al Dr. Feliberto Martins por autorizar la publicación de su artículo en este espacio.
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